Un lugarcito medio descuidado de una médica en rebelión, que se sienta de vez en cuando a compartir sus ideas tan locas como sus pasiones.
viernes, 27 de mayo de 2011
Carta ante la muerte de mi padre
Todo comenzó hace mucho, aún me recuerdo en las calles, con latas vacías en las manos y amigos y amigas del arte dando función; 250,000 lempiras era la meta y el Hospital Honduras Medical Center nuestra única esperanza, “ayúdenme a salvar la vida de mi padre fue la consigna”. Jamás olvidaré que así surgieron mis primeros acordes y que nunca logramos llegar ni a los 50,000.
7 años después y dolorosamente nada tuvo que cambiar...
Mi padre no respira, en el Instituto Nacional Cardio Pulmonar (Hospital del tórax) aplican un par de inyecciones y nos dicen que podemos volver a casa, que no es nada grave, sin embargo; por la noche toca regresar, mi padre sigue sin poder respirar y ahora toca probar suerte en el Hospital Escuela. 3 horas duró la nueva espera y ante el dolor y la ausencia de atención toca buscar otro hospital. Volvemos al Hospital del Tórax, esta vez con la súplica en la boca y el favor de algún familiar.
El doctor especialista, “eminencia hondureña de la medicina”, sugiere llevarlo al Hospital Honduras Medical Center para hacerle la operación que nunca se hizo, hace la advertencia de la delicadeza de su vida y nos avisa que ahora el precio ya no es 250,000 sino 650,000.
En la sala del Tórax hay gente por todos lados, el señor de la esquina es de la Resistencia, ante el mismo diagnóstico nos relata sobre la hipoteca, los préstamos y la venta de su moto; ha salvado la vida de su padre aunque ahora tenga que vivir entre la miseria, “nunca vi un llanto tan parecido a la impotencia y la alegría juntas”.
Don Santos es el paciente de en frente, tiene 67 años y se ha despedido de todos nosotros con la tristeza en su rostro por no haber podido conseguir el marcapasos que necesitaba, don Santos solo es un vendedor de jugos, su pobreza lo ha condenado a morir en la calle.
Llegan dos pacientes más; han sido operados en el Medical Center y ahora toca recuperarlos en el hospital del tórax, “he comprendido que el hospital del tórax también es un centro de recuperaciones del Hospital Medical Center”, quizá, el lugar en el que se reconfortan quienes no tienen la suficiente plata para pagar el “favor” completo, la sala de descanso de quienes tendrán que pagar un préstamos de por vida.
Mi padre sigue sin respirar y yo sigo dando vueltas, ante la expresión “no hay medicamentos” recorro las tres farmacias que sugieren los doctores, una de ellas queda en frente del hospital escuela, la otra en el Viera y la última en el Medical Center, así vuelve la mula al trigo, una y otra vez sin tener tan siquiera compasión por la realidad...
Mi padre, mi madre y yo hemos decidido no intentar el camino de la operación, es mejor morir con dignidad que vivir a los pies de quienes nos quitan la salud para darnos la ilusión de la vida.
Hoy ya es lunes 23 de mayo del 2011 y mi padre ha muerto sobre mis brazos, el ataúd ha tardado 3 horas en llegar porque las calles han sido tomadas, “nunca las horas fueron tan largas y tan llenas de dignidad”, -Aprovecho para enviar un abrazo a quienes luchan por hacer del transporte su medio de subsistencia, apoyo su lucha y cualquier otra que venga de las entrañas del pueblo-
Mi padre ya no respira..., duele tanto perder a un padre, duele tanto ser pobre y vivir sin oportunidades ni posibilidades, el mundo debería ser mucho más justo, más humano y más noble.
Agradezco a mi madre por su fuerza, 20 días duró su vigilia y jamás cerró un ojo para descansar, ahora más que nunca estoy convencido de la lucha por la emancipación de las mujeres ¿quiénes mejor que ellas tienen la fuerza para dirigir esta civilización?
También exalto a sus enfermeros y enfermeras; el reflejo de sus acciones delata su condición de explotados y les aleja del sucio camino de muchos hombres y mujeres de la salud.
Aplaudo el regreso de este sábado, seguramente Café Guancasco estará cantando junto al pueblo, esa fue la voluntad de mi padre, un hombre Resistente de corazón, un necio, un verdadero ejemplo para mi y para muchas personas más; no comprendo por qué la máquina de operar del San Felipe tuvo que arruinarse antes de su primera operación y ahora solo quede la opción del Medical Center, no comprendo por qué la vida cuesta tanto dinero y por qué la muerte es a veces tan predecible.
Victor Rafael Núñez se llamó, en nombre de él y de muchos padres, madres, hijos e hijas más, reitero mi locura por transformar este país, tan lleno de injusticias y tan sobrado de ambición.
“Cada muerte deja entre los pueblos; una huella de ira, tan precisa como para revolver el mundo”
Pavel Núñez, 23 de mayo del 2011.
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