Por: Débora Ramos
Sin duda, el mejor saludo para iniciar este 2010 es éste: “Feliz resistencia, Sr. Presidente”, porque lo mejor que usted le dio a este pueblo fue el despertar, fue esa toma de conciencia. Ese paso suyo de volverse pueblo hizo que en cada hondureño bien nacido o bien patriado haya nacido un sentimiento de valor, esperanza e identidad.
Fíjese: hoy, usted es más grande que antes, es más hombre que antes y es más verdad que antes; y esa verdad camina, se eleva, se rebela, se exalta, se hace parte de cada uno de los hombres y mujeres que cada día son usted o usted es cada uno de ellos. Tanto es así, que estando tan solo, está tan acompañado que creo que su risa, su abrazo, su alegría la sentimos todos. Y déjeme decirle que nunca fue tan hijo de esta patria como hoy. Hoy que comparte el dolor de todo un pueblo. Y créame que nunca una cárcel ha representado tanto la libertad, porque aun rodeado, vigilado y apuntado por cuervos, por hienas y arpías, usted ha podido tumbar barreras, abismos y fronteras.
Usted ha sido tan libre en su prisión que lo vemos en cada madre, en cada abuela, en cada niño, en cada niña, en esa juventud que lucha y canta. Lo podemos escuchar en cada oración hecha plegaria y en cada plegaria hecha conversación, y en cada conversación hay un diálogo sincero con Dios; no de los que trafican con la fe, sino de los que mueven montañas con granitos de mostaza, de los que comparten su pan, de los que llevan en su hombro la cruz del Cristo obrero.
Y como verá Sr. Presidente, quizás muchos quieran que diga que tengo una montaña de tristeza, que hay ríos de melancolía en los hogares de la resistencia, que las lágrimas abundan por doquier, que de nuestras bocas salen cantos plañideros, que al hombre del sombrero lo tienen aniquilado, que los puños en alto están fracturados, que las palabra huelen a silencio… pero usted y nosotros sabemos, que hemos tenidos muchos sueños y muchas veces pesadillas crueles, pero lo mejor es que ya estamos despiertos. Pero usted y nosotros sabemos, que hemos tenidos muchos sueños y muchas veces pesadillas crueles, pero lo mejor es que ya estamos despiertos. Véannos, estamos cantando, estamos danzando. Cantamos villancicos de alegría; cada uno nace en un pesebre lleno de esperanza. Nuestras gargantas están llenas de alientos de libertad. Compartimos, nos elevamos como altas colinas, nos florecemos, nos celebramos. Hemos aprendido a construir plumas, a colocar cada pluma en nuestros hombros, a convertirlas en alas y las alas se hacen lucha y vuelos, y esos vuelos son el principio de nuestra libertad.
Hoy, si preguntas por los hombres y mujeres de la resistencia, diles que no están llorando; están refundando su patria y sus palabras no están calladas, solo están al acecho, y sus puños están forjándose en la fragua donde se tiempla el acero, y sus marchas son largas y poderosas, porque aun sin verlas están lastimando al enemigo, porque son armas, son fusiles. Feliz Resistencia, Sr. Presidente…
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